20191121

No entiendo nada

Ya sumo unas horas mirando de erre ojo a mi alrededor, intentando entender qué está pasando. Si tuviese personalidad múltiple, ahora estaríamos mirándonos todas con cara de confusión.

Hace dos días me sentía yo muy Hulk, capaz me veía de reventar la camiseta de lo hinchada que estaba de vida. Hoy soy un Carpanta cegato y hambriento, como si me hubiesen cruzado la cara con la cola de una merluza: mi desorientación a estas horas es máxima.

Hay veces que se da así, supongo. Tengo la sensación de haber vivido una realidad inventada en mi cabeza, aunque sé que no, la culpa la tiene el baile de certezas propias y ajenas. Pero... ¿tan distintas? La lógica me dice que no, que no puede ser, que tiene que haber algo más. Y es tan cansado buscar justificaciones. Es un trabajo de creación que desgasta y monopoliza la mente, no la deja respirar, la añurga y aturde. La desdibuja.

Luego está el esfuerzo ímprobo y pese a todo improductivo que a veces hago para no tener que extender los brazos y agitarlos en busca de equilibrio, porque justo en ese momento hace mucho frío y parece mejor idea dejarlos arrimaditos al cuerpo. Así me embarco en la búsqueda de respiraderos, ignorando descaradamente la cabezona realidad, negando el final, siguiendo, insistiendo, erre que erre, hasta el agotamiento.

Siempre odiaré las despedidas.

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