Quien diga que la magia no existe no sabe lo equivocado que está. Ya lo creo que existe, está en todo lo que se mueve, y si se trata de Nueva York, también en todo lo que no se mueve.
Es la magia la que se encarga de que eso que parece que no llegará asome las naricillas entre la cincuenta y dos y la quinta. Hacía tiempo que no me quedo tan sin palabras, tan extasiada, tan ausente. Recuerdo el gorgoteo de fondo de las explicaciones sobre por qué dos entradas apuntaban hacia nosotros, pero ni idea de qué dijo. Supongo que "tengo dos entradas para el Radio Music City Hall" y "son gratis, yo no puedo ir". No pude reaccionar. De pronto, y tras dejarme el resto de resuello disponible para ese día en correr quinta arriba, quinta abajo, para llegar al hotel, dejar compras pre-navideñas-pro-familia, y volver al teatro a entrar en hora, me vi sentada en las primeras filas de uno de los teatros más increíbles ¡del mundo! ¡Como para no llorar! "No me mires que me da más cosa", dije al pobre que a mi diestra me miraba con increíble cara de no creer lo que veía. Qué ilusión y qué feliz me hizo.
No hay suceso perfecto; luego me quedó un quebradero de cabeza. Mi sistema me exigía un gesto de agradecimiento para con aquel tipo frente al que ni respirar pude del telele. Que digo yo que por qué me entraría ese sentimiento tan inconveniente, si el tipo cubrió su objetivo cuando nos vio subiendo por esa Fifth. Pero claro, yo no cubrí el mío hasta un ratito más tarde, cuando ya no lo tenía delante para decirle "THANKS, MATE, this is amazing".
Cuando hacíamos cola para entrar, después de ser despedida de la puerta principal por un tipo que con mucha clase dijo que aquella entrada era la "reservada" (sin comentarios; yo, como una moto), dimos la vuelta y allí nos mezclamos con el populacho neoyorquino. El tamaño de un mechón de pelo de aquellas negras hacía por un manojo de dedos míos. Yo pensaba para mí "qué bonito vernir a ver el especial de Navidad, con toda esta gente, qué chulada" y, mientras, aquello fluía. Como todo en NYC.
Una advertencia. Esta gente sabe tanto, tanto de lo que te pasa por la cabeza que te lleva a lo más alto sin que te enteres. Atentos ahí. Te hacen llorar, tus emociones van y vienen a su antojo; lo mismo te suben a un trineo y en él sobrevuelas Manhattan en 3D, que ríes, que vuelves a llorar, y nunca puedes dejar de sonreir, de abrir los ojos todo lo que den, de aplaudir, de pedir que haya más.
If you don´t find the gift, the gift finds you.
Lo has reflejado estupendamente, como si yo hubiera estado allí !!!
ResponderEliminarAaaaamén hermana. Me acabas de dejar boqui-abierta. No puede ser más gráfico, más real, más NYC. Como sabes, estaba deseando volver. Gracias por llevarme.
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