20110818

¡SI, SI, SI, EL PAPA YA ESTÁ AQUÍ!

Al son de la tuna está Benedicto XVI llegando a Cibeles en el momento de escribir estas letras. Este hombre tiene mano, hay que reconocerlo: tras unos días de calor insoportable, hoy ha amanecido con una lluvia refrescante.
Razón tengo cuando digo que esto de las JMJ nos ha dado lo que se llama vidilla a los que nos hemos jorobado en Madrid este mes de agosto. Sí señor, la ciudad ha resultado animada por los colores de las banderas, los cánticos de estas juventudes papales que cargan con la guitarra como si fuera del peso de una pluma, hasta tambores traían los llegados de geografías africanas. En el mal ambiente que nos atenaza últimamente, un poco de cántico no nos vendrá mal. Como tampoco se entienden las letras, pues vaya usted a saber a quién conjuran estos peregrinos. En mi caso, estoy soportando las molestias desde el entretenimiento que da ver tan de cerca un espectáculo como este.
Hay que rendirse a la evidencia: este evento ha traído a España mucho visitante que bajo ningún concepto hubiese parado por aquí esta semana. Y además es un turismo del que da gusto, no como el de Lloret de Mar. Aunque también reconozco que me dan un poco de miedo los que responden a insultos poniéndose de rodillas a rezar. Me recuedan a aquellos libros de mártires que me hacían leer en el colegio (de monjas) en el que estudié de niña. En fin, lo que es claro es que esto del papa arrastra mucha gente, mucha, y toda a una. Reconozcamos todos que, salvo el fútbol y algún que otro grupo de rock, ya no quedan líderes con esta fuerza en el mundo. Pese a sus defectos, pese a los errores (garrafales) de la institución que representa, pese a su comentado carácter de ratón de biblioteca, el hombre ha congregado miles y miles de personas, siendo el porcentaje de jóvenes altísimo.
Miren qué bien que además se reúnen y rezan por nuestro bien, el de todos, por la solución de este mundo, por esto y por lo otro, consignas ya conocidas por los que hemos estado inmersos en ese mundo: paz, prosperidad, unión, respeto, honestidad, humildad y un largo etcétera de bondades más. Dicho lo cual, me paro a pensar y caigo en la cuenta de que es justo lo que muchos andaban reclamando no hace tanto, allá por un día 15 de mayo, antes de que los de siempre les fastidiasen el invento y lo desvirtuasen con sus malas costumbres de montarla a palos, qué falta de respeto tan grande. Ajá.
Del colegio de monjas me quedaron algunas costumbres, entre ellas el ejercicio de introspección. Que me ensimismo fácilmente, vamos. Viendo hoy la cantidad de católicos que hay por Madrid he caído en uno de esos estados de aletargamiento y se me ha ocurrido que... qué bien nos vendría y les vendría a estos jóvenes peregrinos convertir su predicando y sus valores éticos y morales en algo de mayor utilidad que la salvación personal. Lo que predican es justo lo que falta en la vida pública, política y económica para que esto levante el vuelo y no nos terminemos de hundir en la recesión traída por la avaricia, el egoísmo, pecados ambos capitales, de los que nos gobiernan. Sería demoledor que plantasen cara a los que les empobrecen el mundo, porque son tantos que sería complicado ignorarlos, y a estos no tengo tan claro que se les colasen los conflictivos de turno a chafar el tema. Se notaría demasiado.
Con el Aleluya de Haendel se despiden del papa. Música de un paisano para un alemán que mueve masas. Glup.

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