20170717

¿Habrán vuelto Aslan y su perro a su hogar sirio?

24.9.15
Aslan es sirio. Además, es adolescente, y todo ello en pleno 2015. Refugiado en una isla griega, se ha pegado una paliza de quinientos kilómetros para llegar allí, cargado con una mochila y un trasportín.
Los que ya hemos sido adolescentes sabemos lo dura que es esa etapa: tu cuerpo te la juega y no lo sientes tuyo, tu cabeza va a su bola y tu boca también, ambas te dejan en evidencia constantemente. Las hormonas se ponen a bullir y llega el descontrol absoluto, mientras uno se esfuerza por que parezca que lo tiene todo controlado y que en realidad nació sabiendo. Un día te gusta un chico, al siguiente otro, y eso te lleva a cometer los actos más inverosímiles y absurdos. Así transcurrió la adolescencia de mi generación, entre granos, hombreras, flequillos cardados y tontería por garrafas.
Cuando Aslan tenga mi edad no podrá escribir un párrafo como el anterior. A él le ha tocado una guerra. Viaja sin adultos huyendo de su país, y en vez de dejarse llevar por sus hormonas tiene que pensar lo que va a comer y dónde dormir. Lo bello de la situación de Aslan es que no está solo: viaja con su perro. “I love this dog”, dice cuando le preguntan qué hace cargado con el cachorro tras tantos kilómetros andados. Hace descansos, lo saca del trasportín, le da agua, comida. El argumenta que lleva todo lo necesario y que no es una carga para nadie, mucho menos para él, porque hubo quien le dijo que no podía llevárselo. Quien dijo eso no sabe lo que es el amor por un animal, ese sentimiento tan fuerte que solo lo sabe quien lo ha vivido, ese derretirse por dentro cuando te mira y te sonríe a su manera, ese puntal que pone en tu vida su dependencia de ti. Apuesto lo que sea a que Rose, que es como se llama el cachorro, mira a Aslan y consigue que éste olvide que no están en casa, que se encuentran solos en suelo extraño, que para que alguien los ayude se suceden reuniones y cumbres sin que nada cambie y ellos tienen que seguir cargando con su botella de agua, su mochila y su trasportín un día más, que hoy van a comer menos que ayer, que no entiende lo que le dice la gente cuando le habla, que no saben cuándo acabará esta situación, que cuando todo acabe nada será igual que antes.
Los perros tienen ese poder, y muchos más. Yo también amo a tu perro, Aslan. Al tuyo y a todos.
Os presento a Aslan y a Rose:

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