"Pasma pensar cómo cambia el sentido de las palabras en función del estado de ánimo en que las recibimos.
Me duele la tripa solo con pensar en la misma ausencia y reducción a casi la nada que estaba deseando encontrar hace unos días. Lo pedía a voces, y ahora no puedo soportarlo.
Sospecho que la culpa la tiene el hábito. Es como el mono de un fumador. Sabe que se está alejando de algo perjudicial para él, sabe que es eso lo que hay que hacer, pero no puede evitar temblar al pensar que no se fumará ese cigarrillo, que no lo tendrá entre sus dedos, que no lo prenderá con el mechero ni lo estrujará contra el fondo de un cenicero. Pues igual me siento. Sé que es lo mejor para mí. Lo sé porque escuchar “quiero que te pires”, “no me interesas lo más mínimo”, “ya tengo sustituta, solo estoy esperando a que surja la oportunidad”, “quien a hierro mata, a hierro muere”, escuchar eso no puede ser bueno para nadie. Cómo es posible portarse tan mal con alguien con quien has pasado tiempo, compartido vida, con quien has reído, follado, discutido también, y a quien dices haber querido. Cómo se puede, tras todo esto, terminar vomitando semejantes necedades. Me pregunto qué alma se deja llevar hasta convertirse en articuladora de esas acusaciones. Cómo ha de ser la vida de alguien para que termine responsabilizando de sus propias frustraciones a quien más está. Qué camino ha de haber llevado. Cuán seguro de sí mismo, o inseguro, que a veces se confunde esto, para sentirse con patíbulo para lapidar con palabras.
Sospecho que la culpa la tiene el hábito. Es como el mono de un fumador. Sabe que se está alejando de algo perjudicial para él, sabe que es eso lo que hay que hacer, pero no puede evitar temblar al pensar que no se fumará ese cigarrillo, que no lo tendrá entre sus dedos, que no lo prenderá con el mechero ni lo estrujará contra el fondo de un cenicero. Pues igual me siento. Sé que es lo mejor para mí. Lo sé porque escuchar “quiero que te pires”, “no me interesas lo más mínimo”, “ya tengo sustituta, solo estoy esperando a que surja la oportunidad”, “quien a hierro mata, a hierro muere”, escuchar eso no puede ser bueno para nadie. Cómo es posible portarse tan mal con alguien con quien has pasado tiempo, compartido vida, con quien has reído, follado, discutido también, y a quien dices haber querido. Cómo se puede, tras todo esto, terminar vomitando semejantes necedades. Me pregunto qué alma se deja llevar hasta convertirse en articuladora de esas acusaciones. Cómo ha de ser la vida de alguien para que termine responsabilizando de sus propias frustraciones a quien más está. Qué camino ha de haber llevado. Cuán seguro de sí mismo, o inseguro, que a veces se confunde esto, para sentirse con patíbulo para lapidar con palabras.
Sí, tengo monazo, es culpa de esta casa, de estas calles, de estos horarios, de que no se pueda rehacer una vida en un rato. Miro y remiro para adentro pero de momento creo que solo hago aguas y nada más".
No hay comentarios:
Publicar un comentario